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lunes, 14 de mayo de 2012

Ojalá sea ella (Valentín - 2002)


Impaciente, con la mirada puesta en cada joven que pasaba, el pequeño Valentín se preguntaba: ¿será ella, será ella? No le quedaba más que esperar, y eso hizo; mientras el tiempo pasaba, ese niño con lentes muy grandes para su pequeño rostro, recordaba a las antiguas novias que le había presentado su papá, pero él quería que esta vez fuera diferente. De pronto escuchó una voz que mencionaba su nombre, así que volteó al instante. El niño no podía creer lo que veía; ¿es acaso una ilusión, un sueño, un ángel? La nueva novia de su padre era bella, creo yo, incluso más de lo que esperaba.

Valentín quería causar una buena impresión; sin embargo, derramó una bebida sobre la mesa de la pequeña pizzería donde habían ido a comer. Y como si se tratara de una cruel broma del destino, tiró otro vaso sobre la mesa. Inmóvil, pasmado, atónito, Valentín pensaba cómo hacer para solucionar lo que había hecho; le habló de que la coca cola no manchaba la ropa, pues eso le había dicho su abuela, pero la joven le dijo que no le había caído. Luego la conversación fluyó con normalidad: como si se conocieran de años, como si ella fuera la indicada.



Saliendo de la pizzería se fueron a caminar. Valentín, cogido de la mano de la dulce muchacha, le comenzó a contar que desde hace años no veía a su mamá; Leticia, la rubia, sintió pena por la historia, pero antes de que dijera algo el niño la interrumpió, diciendo que no se tenía por qué preocupar; si en algo su padre tenía razón es que los judíos eran distintos, refiriéndose a su madre; y que si ella fuera judía su padre no la tendría como novia. Ese comentario tan banal, para el niño, no tuvo el mismo efecto en la dulce muchacha. Lo que comenzó siendo una leve brisa de tristeza, a lo largo del día, se convirtió en algo más agudo.

En el cine, ella lo miraba. Valentín estaba más que feliz, hacía mucho él no siente algo así: estaba sentado al lado de quién podría ser su futura madre. Giró la cabeza, levantó la mirada: Leticia lo contemplaba; por un instante se percató de la tristeza que traía en su rostro, pero su felicidad pudo más.

La tarde seguía pasando, ahora los dos se encontraban en el parque. Valentín, echado en la banca; Julieta, sentada acariciando el cabello del indefenso chico. Comenzaron riendo, hasta que ella le preguntó: ¿Tú quieres mucho a tu papá? ¿Es bueno? A lo que el pequeño respondió que sí. Él también le preguntó que si estaba enamorada de su padre, Julieta le dijo que, efectivamente, estaba enamorada, pero lo dijo en un tono melancólico, algo que Valentín percibió. Entre risas el niño, con la mirada dulce y sincera, le hizo una confesión: él quería que Leticia se casara con su papá para que ella se convirtiera en su madre, mejor dicho, madrastra; aunque para él era lo mismo.

Una lágrima caía por el rostro de la dulce muchacha, Valentín le dijo que no se pusiera triste, que estaba todo bien: no soportaba verla llorar. El día estaba llegando a su fin, él no quería que terminara a pesar del eminente estado de tristeza de Leticia, ante lo que el astuto niño le dijo que no le iba a contar a su papá que estuvo llorando. Ella;  todo lo que conversaron. Y aunque el tiempo entre ambos fue corto, ninguno de los dos se quería separar: había surgido un cariño especial.

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Y después de muchasss pero muchasss lunas vuelvo a escribir. Este es un trabajo para la universidad , en que teníamos que adaptar en texto una escena de una escena de la película El sueño de Valentín (2002). Está un poco largo pero espero que lo lean, si les gusta comenten y si no... no rompan mi pobre corazón u.u 

2 comentarios:

Damian dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Damian dijo...

don't go breaking my heart ♫♪
Tengo que ver Valentín!!!
se me paso cuando la dieron
la buscaré en DVD